He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio.
Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.
No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos.
Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente.
El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido.
Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para hablar escarnio contra Jehová, dejando vacía el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento.
Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre.
Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado.
Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón.
De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltará, y la cosecha no vendrá.
Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos, ceñid los lomos con cilicio.
Golpeándose el pecho lamentarán por los campos deleitosos, por la vid fértil.
Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría.
Porque los palacios quedarán desiertos, la multitud de la ciudad cesará; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen asnos monteses, y ganados hagan majada;
hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.
Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia.
Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.
Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo.
Y cuando caiga granizo, caerá en los montes; y la ciudad será del todo abatida.
Dichosos vosotros los que sembráis junto a todas las aguas, y dejáis libres al buey y al asno.
Isaías 32:1-20