Editorial
La economía global confunde a la democracia con un tazón repleto de partidos políticos crudos, refritos y sancochados. Exalta la nobleza de algunos vicios primitivos. Recomienda a los niños copiar a los campeones, aunque sabe que el triunfador es el único ermitaño que vive en la cumbre. Ignora que el mercader vende de todo, excepto los secretos del éxito relevante. Honra al empresario que sólo es capaz de hablar en inglés frente a clientes, socios, empleados, proveedores y admiradores bilingües. Adora al republicano que primero castiga a los delincuentes y luego busca relevarlos legalmente en sus changarros. Odia al latino patriota, pero defiende a capa y espada héroes, banderas, leyes y mitotes primermundistas. No cabe duda, con dinero baila el hemisferio al son de la famosa orquesta, incongruencia.
