Editorial
Nos indigna la insensibilidad mostrada por nuestros gobernantes, a quienes lo único que les importa es permanecer en el poder para jalar agua a su molino. Es simplemente inaceptable la desigualdad a la que hemos llegado, por un lado, un puñado de ricos, y por el otro, millones en pobreza extrema. ¿Acaso no les duele? No podrían empezar por ayudar al pequeño agricultor pagándole lo justo por su cosecha, usar el presupuesto sin robar y para los fines concretos para los que fueron designados. Por qué no mejor empiezan por mejorar la infraestructura de transporte que ya existe y gastan en dotar de transporte público eléctrico y masivo de calidad para, finalmente, regular tráileres, camiones de carga y basura. No es necesario que se quemen el cerebro pensando en las uniones gay, que no son matrimonio, el tiempo se agota y el mal humor crece.