Editorial
Hemos sido espectadores de cómo todo el patrimonio construido por los presidentes de la República, desde Maximiliano hasta Díaz Ordaz, fue destruido por los propios presidentes mexicanos, a partir de Ernesto Zedillo hasta Enrique Peña. Los políticos mexicanos están haciendo, “pareciera tan solo el principio de un Estado totalitario que no podemos permitir”. El arma del Estado para lograrlo es la falta de transparencia, la opacidad, el ocultamiento, la simulación de una democracia y un Estado de derecho basado en leyes que redactan para que sean letra muerta y poderlas aplicar discrecionalmente. ¿De qué sirve que se publiquen todos los abusos cometidos por los legisladores, presidentes y familiares si en México nada pasa? En Islandia hace unos años corrieron a los funcionarios que aparecieron mencionados en los “Panamá Papers”, y en México, todo siguió igual. En nuestro país nunca pasa nada, todos pegados al fútbol y los youtubers, cuando ya ni a país llegamos.