Editorial
La impunidad, la inseguridad y la violencia campean en muchos sitios de este País. Sólo dos referencias, la cada vez más grande y grave descomposición del Estado de México, entidad categorizada con impunidad muy alta, y que tiene como terrible referencia inmediata la ejecución de jóvenes a manos de militares en Tlataya. Y decimos inmediata porque existen otros muchos desaparecidos, secuestrados, desplazados. Por otro lado, el Estado de Chiapas, que sólo en el Municipio de Ocosingo está sufriendo una terrible ola de violencia con asaltos y crímenes, muy recientemente. Esta última entidad con impunidad media. Si bien la inseguridad desmoviliza por su carácter mismo, las muestras de valentía y exigencia de derechos existen por todo el País. Del Estado y sus representantes no podemos decir mucho más que su ineficiencia, omisión y, en muchos casos, su evidente complicidad y por supuesto impunidad. De nada sirve que un simple mortal como el Andrés Manuel López Obrador visite éstas dos entidades, si el problema es la inseguridad no la devoción de quienes creen en su gobierno.
