Editorial
La 62 legislatura de Guerrero, se convirtió en una pasarela de modas y un andar de familiares de políticos, por la famosa “cuota de género”, impuesta a través de juicios electorales por verdaderas mujeres políticas, que al final quedaron fuera de una curul por los partidos. Es un gran disparate que se asignen cuotas de género para otorgar puestos públicos o privados, sea por elección o por designación. La idea de cuotas suena a una gran discriminación para las mujeres, al pensar que, si no se les asigna, serían incapaces por sí solas o, peor aún, indignas de conseguir el puesto de trabajo que desean o al que aspiran, ya sea público o privado. Si nos ponemos a instaurar cuotas de género, ¿por qué no también establecemos cuotas por color, altura, edad, etcétera, para la obtención de cualquier puesto de trabajo? En el curso de la historia, la mujer ha ido escalando peldaño por peldaño, partiendo de una situación crítica y llegando ya en muchísimos casos a competir y ganar en buena lid al hombre, que empieza a verla con cierto recelo. Habrá que darle tiempo al tiempo.