Editorial
Aunque la austeridad republicana la aplica AMLO, sus funcionarios de primer nivel siguen con los gastos onerosos y excesivos que caracterizaron a los gobiernos del PRI y PAN. Al parecer los funcionarios no entienden que el denominado presupuesto “base cero” sólo puede aplicarse para un ente económico que apenas empieza, no para el Gobierno de un país, que, al estar en movimiento, tiene obligaciones contraídas, que bien pudiéramos llamar pasivos, o sea, compromisos adquiridos y obligaciones con los ciudadanos que no pueden eliminarse nada más porque sí. Se puede eliminar el gasto superfluo, innecesario, inútil, ajustar sueldos excesivos y programas no prioritarios. Ejemplos hay muchos; podríamos hacer una lista interminable de gasto que no se justifica ni en su importe ni en la necesidad de hacerlo. Sin embargo, lo que todo ciudadano reclama, con justificación, es lo obeso y costoso del aparato gubernamental, que gasta en sueldos, viajes, spots televisivos, guaruras, etcétera, o sea, tela hay, pero es preocupante hablar de presupuesto base cero. Mejor llámesele por su nombre: recorte de gasto a niños con cáncer, guarderías, Seguro Popular, etcétera.
