Editorial
Si nuestros próximos alcaldes, diputados y gobernadores, quieren cambiar el país, es importante que se alejen de los siete pecados políticos que han llevado al fracaso a la gran mayoría de gobernantes, y que son: la Mentira, que consiste en afirmar y repetir conscientemente cosas que sabe que no son verdad para ocultar realidades que los pueden afectar; la Soberbia, que es la discapacidad que afecta a individuos con complejo de inferioridad y que de golpe se encuentran en puestos de poder; la Obcecación, dificultad para razonar, darse cuenta y aceptar ideas, sugerencias y planteamientos que no concuerden con sus ideas fijas y predeterminadas; la Egolatría, que es la admiración enfermiza de la propia persona y que genera conductas de superioridad ante otros; la Ecpatía, que es la dificultad para poderse ubicar al mismo nivel y comprender las circunstancias, necesidades, requerimientos y deseos de los demás; la Corrupción, que es el abuso del poder basado en la depravación moral en el actuar y hablar, y el Cinismo, que es la conducta o comportamiento descaradamente negativo sin vergüenza ni disimulo. Ojalá tomen en cuenta esta situación, pues ya estamos hartos de tantos políticos corruptos. ¡Ni uno más!
