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Los 43 de Ayotzinapa están muertos; militares, policías y narcos los desaparecieron: testigo

  • Por Diario Objetivo
  • 21/01/2021
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*Los dividieron en 3 grupos, cada uno tuvo como destino la muerte, en circunstancias distintas, señala

Chilpancingo de los Bravo, Gro., 20 de enero de 2021.- Según la Agencia Reforma, con base en el testimonio de un presunto líder de Guerreros Unidos, un grupo de estudiantes fue interrogado en el 27 Batallón con sede en Iguala y luego entregado a narcos para su desaparición.

Otro grupo de jóvenes se lo llevaron policías estatales y a un tercero los de la organización criminal.

Los cuerpos de los normalistas fueron diluidos en ácido, sosa caustica y vertidos al drenaje.

Otros destazados a machetazos y hachazos y cremados en una funeraria de Iguala.

Los narcos, auxiliados por soldados y policías, buscaban a los integrantes del cartel rival, que se habían mezclado con los normalistas, siempre según el testigo de Guerreros Unidos.

Con base en estas declaraciones, la Fiscalía General de la República detuvo al capitán Martínez Crespo, y obtuvo otras 17 órdenes de aprehensión contra militares.

Narra el testigo protegido que no sólo murieron los 43 estudiantes, sino entre 70 u 80 personas, entre éstas gente de Onésimo Marquina Chapa y de Isaac Navarrete Celis, que se metieron a Iguala aprovechando la movilización de estudiantes, quienes se preparaban para participar en la conmemoración de la matanza de Tlatelolco, evento que se desarrollaría el 2 de octubre en la Ciudad de México.

El grupo de estudiantes que interrogó el Ejército en las instalaciones del Batallón fue entregado al grupo de sicarios identificados como Los Tilos, quienes procedieron a su desaparición mediante la técnica de «pozole», que consiste en diluirlos en ácido y sosa cáustica, para luego tirar sus desechos al drenaje, en la colonia Tacuba-11 de Marzo.

Otros jóvenes fueron destazados y sus restos llevados a la funeraria El Ángel, ubicada a las afueras de Iguala, donde tardaron 2 días para cremarlos. Los restos que no se alcanzaron a quemar, fueron esparcidos en Taxco, cerca de una mina abandonada, y en Iguala, cerca de Coacoyula.

La historia de que los quemaron en el basurero de Cocula no se sostiene, pues policías estatales, confabulados con los narcos, sembraron evidencias en aquel punto para ayudar a la PGR a dar rápidos resultados en su investigación, sin tocar al Ejército ni a las demás fuerzas policiales.

Estas cenizas y restos de los jóvenes quemados le fueron entregadas a un agente de la Policía Investigadora Ministerial identificado como Wenceslao Cempoalteca o «Tlaxcalteca», citó el testigo protegido.

Siempre con base en su versión, dada a las autoridades, policías estatales fueron a sembrar los restos al basurero de Cocula, e incluso sembraron casquillos y cartuchos percutidos debajo de las piedras del basurero.

Esta operación confabulada entre autoridades estatales y narcos, tenía el propósito de responsabilidad a gente del más bajo nivel en la asociación delictiva y no a los capos.

Además, dijo el testigo que fue la Policía Estatal la que avisó a Guerreros Unidos de que los estudiantes normalistas se desplazaban hacia Iguala, desde Chilpancingo, en autobuses.

El contacto entre autoridades estatales y Guerreros Unidos eran Víctor Hugo Benítez Palacios “El Tilo”, y Jesús Pérez Lagunes, alias “El Güero Mugres”.

Sin embargo, según el testigo, halcones de la corporación avisaron que detrás de los autobuses de los jóvenes iban camionetas con gente armada con rifles de alto poder, y «por eso supusimos que eran gente de Onésimo que habían bajado de la Sierra de Tlacotepec».

Eso sucedió a la altura de Xochilapa, que es la única entrada hacia la Sierra, entre Mezcala y Zumpango, pero luego los perdieron de vista.

Los Guerreros Unidos nada hicieron contra los jóvenes, hasta que les avisaron que la gente de Onésimo entró en camionetas y urvans a Iguala. Eran entre 20 y 30 miembros de ese grupo delictivo. Los halcones recibieron la orden de dejarlos entrar, para atraparlos en la ciudad. Entre tanto, los estudiantes seguían con sus actividades.

Pero luego se les avisó que la gente de Onésimo comenzaron a revolverse entre los estudiantes, según reportes de halcones que recibieron los operadores del cartel de Iguala.

Ahí comenzó la cacería. Se dio la orden de atacar a los estudiantes, y detenerlos para interrogarlos y detectar al grupo rival, quienes incluso trataron de huir a pie o en taxis, pero fueron detectados y detenidos.

En el primer ataque participaron policías de Iguala y unos 100 narcotraficantes, quienes además hicieron 4 bloqueos para impedir que salieran sus rivales. El plan era «encapsularlos» dentro de la ciudad.

Al día siguiente, 27 de septiembre de 2014, había terminado la limpia de estudiantes y narcos de la Sierra. En total, dijo Juan el testigo protegido, fueron asesinados entre 70 y 80 hombres.

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