Editorial
El aumento de salarios por decreto es una receta que nos aplicaron los presidentes priistas en los 70 y 80, cuyo resultado fue inflación, precios no competitivos para exportar, devaluación de la moneda y más pobreza. Los sueldos aumentan solos cuando hay productividad; al haber exceso de ofertas de trabajo, las empresas no consiguen gente a menos que paguen más. Se necesita no hostigar a las fuentes de empleo con impuestos excesivos y complicados que requieren de gasto en sistemas y capacitación. Simplificar los trámites para abrir un negocio. No permitir bloqueos a calles y carreteras, pues esto deprime la productividad, y la inversión. La incapacidad de los gobiernos inhibe la inversión, destruye la productividad, invita a la informalidad, y en esta situación aumentar los salarios después de la crisis económica provocada por el coronavirus, sin antes analizar la situación con los inversionistas, quebrará empresas, habrá menos ofertas de trabajo y más pobreza. Es más fácil para nuestros políticos elaborar decretos, que de momento les dan votos, que ponerse a trabajar.