Editorial
El Senado de la República aprobó el Protocolo Modificatorio del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La celeridad con que se aprobó, hace pensar que todo se ha estado cocinado desde hace tiempo, pero por algún documento que viene del Norte. A los mexicanos nos cuesta trabajo pensar que en cosa de semanas hayan llegado a consensos tan rápidos en tantos temas de gran trascendencia. Casi podríamos decir que ese apuro por aprobar tiene que ver con algún “madruguete” como pareciera que nos hizo EE.UU. Nuestros legisladores están muy obedientes como lo estuvieron los representantes del Presidente Venustiano Carranza para firmar un acuerdo allá en el norte, que afortunadamente éste último ignoró. Lo malo en este caso es que no hay Presidente Carranza que quiera enfrentar la furia de los que no se tientan el corazón para amenazar con “volver a la edad de piedra” a los países que no se pliegan a sus peticiones, como lo experimentó y platicó el ex presidente paquistaní Musarrafad en su tiempo.