Editorial
No deja de sorprender la cínica actitud de los políticos que rompen sus promesas y cambian de opinión sin perder la sonrisa de la boca. Lo anterior, por nuestros flamantes diputados y senadores que en diciembre ya se preparan para recibir su jugoso aguinaldo y prestaciones de fin de año. Estos 500 congresistas de la Cámara de Diputados, que bien podrían reducirse a la cuarta (125) parte sin que el País los extrañara, no rinden cuentas, gastan de lo lindo y se incrementan presupuesto cuando quieren. Cuánto dinero nos ahorraríamos si se redujera el número de diputados, las comisiones inútiles que solamente los benefician a ellos, y todos los gastos que bien podrían aplicarse a otras obras que en verdad se necesitan. El Gobierno abusa al exprimir cada vez más a un solo sector mientras la clase política sigue viviendo como sí México fuera tan próspero como los Emiratos Árabes. Qué poca sensibilidad por no decir otra cosa. Pobre México con estos “representantes” cínicos que sólo velan por sus propios intereses.
