Editorial
¿Cuándo avanzaremos? Nos faltan 43 y nos sobra un Avión presidencial; no queremos olvidar el 2 de octubre, pero ya casi no recordamos Aguas Blancas; buscamos tener mejor democracia y también un compadre que nos ayude a conseguir una plaza de maestro. Hemos recorrido el alfabeto de la tristeza de la guardería ABC a Los Zetas. Nos apasiona ser mexicanos con el mismo fervor con el que decimos que el País nos decepciona; somos divertidos y miedosos, bravucones y sumisos, pervertidos y persignados, inexplicables. Y podríamos, de realmente desearlo, apropiarnos del País, volverlo nuestro, exigiendo justicia al mismo tiempo que evitamos ser parte del problema. Porque no podemos esperar que México cambie si nosotros no lo hacemos. No se trata de esperar soluciones de fuera, un Ser Dotado sexenal, un iluminado como pretende serlo Andrés Manuel López Obrador, alguien que haga las cosas por nosotros. Si no podemos ser sociedad y asumir cada quien su parte, nadie lo hará por nosotros, nadie nos sacará del hoyo. Ni modo, cuesta reconocerlo, pero nos toca a nosotros.