Editorial
Se cumplió un año del triunfo en las urnas de Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena en el Congreso de la Unión. Para los mexicanos, ser diputado o senador no es sinónimo de decencia, está más bien relacionado con ser influyente, con infinidad de privilegios, que benefician al partido que los postuló, en detrimento de las necesidades de los ciudadanos. Los diputados y senadores de Morena están obligados a demostrar que no serán iguales a los anteriores, que actuarán con honor y apego a la ley. Ojalá que pronto ser legislador vuelva a ser una verdadera e irreprochable distinción. Los ciudadanos debemos de ser escuchados, y debe de hacerse lo que es razonable y honesto. No nos interesan las izquierdas, ni las derechas, ni nos interesan los tercer-mundismos, ni los primer-mundismos. Nos interesa lo que es racional y razonable y lo que fortalezca a un México libre, a una población sana, culta y muy fuerte.
