Editorial
Si el objetivo principal de un político o un servidor público es el poder, ¿qué le da más fuerza? ¿Tener la autoridad para vigilar que se cumpla la ley o tener la autoridad para incumplir la ley? He ahí la respuesta de por qué tanta corrupción. Desata la pregunta, por casos de ex gobernadores o la propia Elba Esther Gordillo que han sido detenidos por lavado de dinero y defendido a capa y espada por sus compañeros de partido (ya sea PRI, PRD, PAN o Morena), con lo que vemos una vez más que los partidos la “lealtad” es a prueba de todo, no importa cuánto dañen sus correligionarios al País. Sin duda esta gente no pertenece a México, pertenece a un “selecto grupo” donde la impunidad, el compadrazgo, el encubrimiento, la total desvergüenza son sus “códigos de lealtad”; es un grupo cerrado y siniestro que ha sabido permanecer en el poder gracias a su eficiente y maquiavélica maquinaria. Lástima que tampoco podamos voltear a ver otro partido político, pues todos están llenos de los mismos vicios.