Texto enviado por Alfredo Bustos Ruiz de la Iglesia Nacional Presbiteriana Conservadora “El Buen Pastor”.
Ubicada en 16 de Septiembre N° 27, en el Centro de Chilpancingo, Gro.
¿Y si no fuéramos fruto de la casualidad, sino criaturas de un Dios que quiso que existiéramos? ¿Y si después de morir tuviéramos que darle cuenta de nuestra vida? ¿Y si Él fuera un Dios santo, que no soporta el mal… un Dios perfectamente justo que no acepta al culpable que vive «como si no pasara nada»?
En la Biblia leemos que Dios siempre quiso el bien y la paz para los hombres, pero que su rebeldía contra Él los ha privado de este privilegio. Delante de Dios, tanto los que dicen ser «personas de bien» como los que viven en la inmoralidad, los religiosos como los impíos, los honestos como los ladrones, los jóvenes como los ancianos, los sabios como los ignorantes, los ricos como los pobres, los grandes de este mundo como el ciudadano común, todos son pecadores, por lo tanto condenados. Cada uno debe “nacer de nuevo”, es decir, recibir una nueva vida. ¿Cómo es posible esto?
La Biblia también nos lo explica: para salvar al hombre perdido, Jesucristo el Hijo de Dios vino a la tierra como hombre a revelar el amor de Dios y a morir en la Cruz. Todos aquellos que se arrepienten y creen en Él, aceptando el valor de su sacrificio para ser perdonados, son nacidos “de nuevo” y poseen la nueva vida prometida por Dios. Dios nos ofrece el medio de reconciliación con Él. ¡No lo rechace! Tome hoy su mano extendida y reciba la salvación gratuita que Él le ofrece.
(Jesús dijo:) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
Juan 3.6-7
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es.
2 Corintios 5.17