Editorial
Javier Duarte, de Veracruz; César Duarte, de Chihuahua; Roberto Borge, de Quintana Roo, y Guillermo Padrés, de Sonora, son ex gobernadores que han dejado a sus estados endeudados, se llevaron todo lo que quisieron, tienen propiedades millonarias, venta de hectáreas pertenecientes al Gobierno de Quintana Roo, inversiones millonarias abandonadas, y la lista seguirá seguramente. Y no olvidamos a Ulises Ruiz, Moreira, Montiel, Fidel Herrera ni José Murat, ex mandatarios que nunca fueron llamados a presentarse por su enriquecimiento ilícito y corrupción; cómo no acordarnos de ellos. Recientemente el caso del ex gobernador de Coahuila, Jorge Torres, que apenas hace unos días fue detenido por corrupción. ¿Qué tienen en común? Son priistas. ¿Así o más claro? Excepto Guillermo Padrés, que es del PAN. Es un hecho que, en este País, ser “político” es la manera más fácil de hacerse millonario, y, además, sus descendientes conviven como si nada pasara, gozan del dinero mal habido y se mezclan con una sociedad mexicana que no aprobamos sus raterías.