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  • Por Diario Objetivo
  • 26/11/2018
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Texto enviado por Alfredo Bustos Ruiz de la Iglesia Nacional Presbiteriana Conservadora “El Buen Pastor”.

Ubicada en 16 de Septiembre N° 27, en el Centro de Chilpancingo, Gro.

 

Lucas 12.16-21

«Nuestra civilización es materialista», escribió alguien. Esto significa que la civilización es «caracterizada por la búsqueda de placeres y bienes materiales». Estamos muy de acuerdo con esta constatación sobre la mayor parte de la sociedad actual.

Jesús concluye así la historia (Lucas 12) de un hombre que, preso en la trampa del materialismo, sufrió las consecuencias eternas: “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”.

Cristianos, aunque no caigamos en la locura de ese hombre insensato, a menudo somos demasiado sensibles a las exigencias de la sociedad que nos rodea. Dios sabe que el cristiano necesita recursos para vivir y para hacer el bien a su alrededor. Pero nos dice que no pongamos el corazón en las riquezas (Salmo 62.10). Somos invitados a seguir el ejemplo de Jesús cuando estaba en la tierra: vivió en la pobreza. Esto no significa que el cristiano deba vivir frustrado dejando de lado todos los privilegios materiales de los cuales podría disponer. Tiene lo principal: una conciencia liberada, en paz con Dios, por ello se aferra más bien a las “inescrutables riquezas de Cristo” (Efesios 3.8). Es invitado a buscarlas en la Biblia, como un tesoro más precioso que el bienestar material.

También sabe que todo lo que posee pertenece a Cristo, así como él mismo, y que tiene la responsabilidad de emplearlo no para su propia satisfacción, sino para agradar al Señor.

 

Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será?

Lucas 12.20

¿De qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma?

Mateo 16.26

 

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